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El Perú de los “vivos”


¿A quién culpamos ahora?, ¿a quién acusar cuando el dedo que apunta también está envilecido por la desfachatez y la farsa de una moral endeble?, la indignación es unánime, pero, ¿qué hacemos los ciudadanos de a pie para cambiar aquella realidad putrefacta a la que nos hemos acostumbrado y con la que convivimos cómodamente?

La miseria de nuestro país es un circulo vicioso, un mito de Sísifo cuyo fin será siempre incierto y demasiado distante, nuestras instituciones no son más que clubs para la realización personal, nuestros partidos políticos (si es que se les puede llamar así), mafias organizadas para empresarios usureros, centros de rehabilitación para energúmenos cuyo objetivo es enriquecer sus bolsillos y los de los suyos o el asilo perfecto para militares y policías en retiro que buscan una nueva forma de seguir exprimiendo al estado, como sanguijuelas voraces que jamás podrían existir sin ser parte de aquel aparato gigantesco administrado por cada gobierno de turno como si se tratara de cualquier empresa sin sindicatos.

La bajeza de los personajes que hoy se ven expuestos al haberse vacunado a escondidas, sabiendo que lo que hacían no era correcto, es la bajeza de una nación cuya cultura es la de la “viveza criolla” que se repite como un patrón infaliblemente en cada gobierno. En este país se enseña que para poder sobresalir hay que ser “vivos”, otros menos eufemísticos dirían “pendejos”, pero es así, eso nos enseñan desde que tenemos uso de razón; la honestidad, la solidaridad, el respeto, la empatía, en este país son solo fantasmas, son como estrellas que brillan a años luz de distancia, acá, si eres negociante debes coimear, si eres funcionario, también, si quieres agilizar un trámite, paga bajo la mesa, si quieres justicia, cuesta, si deseas un permiso, cuanto hay, si quieres pasar de grado o aprobar un curso, lo mismo, si quieres ser policía, búscate un padrino y saca tus ahorros, si quieres una licencia, también paga, si quieres que te anulen la condena o te la rebajen, paga, “como es la nuez”, esa es la idiosincrasia del peruano, y si estás en el otro bando, en esa minoría honesta (que la hay), trabajadora, que quiere ser legal y cumplir todo lo que el reglamento, la ley o la mismísima moral dicta, serás visto como un tonto o te tomará el triple de tiempo lograr tus objetivos. Si es que los logras en algún momento. Esa es nuestra cultura, nuestras costumbres, aquellas mañas arraigadas desde la familia, hasta el barrio y todos los demás componentes de la sociedad.

Y ¿saben por qué la señora Mazzeti volvió a ser ministra a pesar de haberlo sido ya en dos ocasiones en gobiernos distintos y en carteras distintas, y haber salido siempre de la misma manera?, porque nosotros no decidimos nada, siempre son los grupos de poder, y por eso mismo tenemos a Ugarte ahora de ministro, a pesar de ser culpable en gran medida de que hoy no haya oxígeno, pero ahí está, ganando desde ya su exacerbado sueldo, y nosotros solo haremos lo que sabemos, renegar, acusar, cuestionar, pero seguiremos acostumbrados a nuestras miserias, a ser lo que somos, un país tercermundista, inculto y sin educación, donde el dinero lo moverá siempre todo, y donde los “vivos” seguirán secundando el viejo refrán que dice “el vivo vive del sonso, y el sonso de su trabajo”.

Este escándalo pasará, mañana la noticia será otra y pasado otra, vendrán nuevos gobiernos, cada uno con sus propias fechorías, a fin de cuentas, los gobiernos van y vienen, pero el estado, que lo integramos todos, prevalece, y es ahí, donde se encuentra el cambio real, mientras nuestra idiosincrasia usurera, coimera, “viva”; prevalezca, nada cambiará. ¿Qué propones entonces?, deja de hacerte el “vivo”, y no le digas a tu hijo: tonto, cuando devuelva algo que no le pertenece.  

 Redacción Revista La Voz Ausente. 

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