Traducción del inglés
al español por Jorge Daniel Tejeda Palafox
Vino de la luz del sol
me senté cerca de la
ventana
En este lugar que se
parece mucho a una estación
rodeado de caras que
cambian de densidad de finas capas de humo,
sonidos que envuelven
las copas con su rareza,
y miradas perdidas.
“Soledad dentro de la
soledad”.
Así es como solías
describir los cafés a los que vas.
Todo esto solo para ver
tu cara
como otros se van
esta charla,
sobre la verdad que no
está ni en la vida ni en la muerte,
se hace uno con
nosotros en una canción, en la que decimos:
“Excavaré la tierra
después de mi muerte
para darte el árbol de
la lluvia como regalo”.
Las lágrimas son del
alma.
No pueden tener una
fuente diferente,
ya que este es el signo
que significa los sentidos en su encendido
En el amor, como en la
poesía,
todo se vuelve eterno y
efímero a la vez.
Este vino de la luz del
sol arranca pedacitos del despertar mientras caminamos.
(Ahora) no es más que
una costra que se resquebraja,
espinas en la cabeza
del nazareno,
y una alabanza hecha en
la trenza de María.
El ángel de nuestra caída
El sueño está aquí;
tu voz que toma forma
de hojas de estrella,
manos que se tocan y
silencian la palabra,
un tiempo marcado por
la luz,
y un rubor que flota
en la tierra que la
muerte reclama a los vivos
Yo te pregunte:
¿Cómo describes esta
ligereza en tu andar?
Tu mirada hace oscilar
las ramas, y tu boca es un recuerdo ardiente.
¿Dónde está el corazón
que se revuelca en la tierra?
¿Cuándo revelarán los
cielos sus heridas?
¿Dónde está el cuerpo
de este tiempo?
Te ries
y apuntar a un
continente que no tiene palabras.
Allí, "los deseos
deben estar saturados de rocío"
Aquí, en el sueño,
tu sed es un barco,
tu hambre es un
profeta,
y mis días llegan
tarde.
Estoy volando como una
chispa,
por la infancia que
duerme bajo la morera,
ese color azulado que
tiende a romperse,
ese momento tardío,
todo lo que controla
nuestros sentimientos,
y la palabra que sabe
amar más que nosotros.
El ángel de nuestra
caída.
La rosa de tu sangre
Sé cómo la decepción
cava profundamente
a través de tu sombra
errante,
que estás lejos de los
lugares correctos
para que veas como se
enciende el aislamiento,
y de donde sacas
todo este naufragio en
el que parece la memoria
como una mecha casi
apagada.
Sin embargo, ¿no puedes
verlo?
Incluso la luna misma,
que ya sabía cómo
terminan las noches,
no lloré por nadie
Termina el verano
con esos pasos que no
saben donde pisan,
un anhelo por el
pasado,
y deseos incurables
Le traje
el pan que se dio
cuenta de lo sensual que sería
para olerlo y decir:
“Huele a muerte que
debe venir
con fragilidad femenina”.
Le traje
el cáliz de cristal
para la rosa de tu sangre urgente
para proponer un
brindis por todos tus sueños
que querías llevar
contigo a un baile.
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Sobre la autora:
·
Colaboración del Poeta y columnista internacional Carlos Jarquín.