Uno
Dice (o decía) don Marco Aurelio:
NI UNA MENOS. "La divisa del movimiento
feminista contra la violencia de género es 'Ni una menos', pero lo correcto es
'Ni una más' (...) 'Ni una víctima más' (...) De modo que deben cesar de decir
'Ni una menos'. Desgraciadamente, cuando se populariza o comienza a
popularizarse un error, arraiga si es que a tiempo no ha habido el debido
correctivo. Entonces, cuando arraiga el disparate, ya es muy difícil
desarraigarlo".
VIDEO. "No se dice video, sino
"vídio", como se dice, además, en latín. Pero no se corrigió a tiempo
y, entonces, se impuso "video", que es un disparate".
SURREALISMO. "Es un disparate del tamaño de
una catedral (...) Pero se dijo a fines de la década de 1930; y uno de los
primeros usuarios fue Cortázar, porque antes de esa época no había sino uno que
otro usuario (...) Se puede decir de estas tres maneras: superrealismo,
sobrerrealismo o suprarrealismo. Lo curioso es que la Academia recoge estas
tres formas y también la forma "surrealismo" (...) Eso es lo malo:
que no hubo el correctivo a tiempo (...) Curiosamente, en inglés también se ha
admitido el disparate".Dr. Marco Aurelio Denegri
TABÚ. "La Academia sigue diciendo que la
palabra "tabú" proviene del polinesio "tabú", así, con
tilde, cuando en polinesio la palabra nunca es aguda; el carácter agudo de la
palabra es invención inglesa (...) En polinesio dicen "tapu", pero en
lengua inglesa agudizaron el término y se quedó, pues, "tabú" en
español. Pero, repito, esa acentuación es impropia y no ha sido corregida hasta
ahora (...) Pero el uso impuso el disparate, y la Academia terminó por admitir.
En Polinesia se dice 'tapu' y no 'tabú'..."
FÍGARO. "El uso impuso la acentuación indebida
de un apellido que no es "Fígaro", sino "Figaró" (...) No
es fígaro, pues, es figaró, y ya se quedó y eso ya no lo mueve nadie. Repito:
no hubo el correctivo a tiempo, y cuando no lo hay, arraiga rápidamente el
disparate".
CANAL DE LA MANCHA. "La expresion "Canal de la Mancha" es un disparate de tomo y lomo, porque el que tradujo así creyó que "manche" en francés significa "Mancha"; y no es así, porque ese término en francés significa "manga", de modo que la traducción correcta sería "Canal de la Manga"; pero siguen diciendo el disparate "Canal de la Mancha".
Dos
Veamos:
1) La frase "Ni una menos" fue creada
-como una suerte de "eslogan" o consigna, contra la muchas veces
letal violencia ejercida sobre la mujer- a partir de un poema escrito, en 1995,
por la mexicana Susana Chávez (víctima de feminicidio: asesinada el año 2011),
y cuyo título es este: "Ni una muerte más"; en otras palabras (es
obvio, ¿no?) "ni una mujer muerta más", es decir, NI UNA MUJER MENOS
(las queremos vivas a todas). Pudiera haberse elegido una frase como esta:
"Ni una víctima más", pero no fue así: escogieron otra, y no hicieron
mal. No es, pues, como equivocada, absurda y disparatadamente, decía don Marco
Aurelio Denegri. No es un disparate. ¿Deben "cesar" de decir "ni
una menos", como sugería medio impositivamente el recordado conductor de
television? No, definitivamente, no.
2) La asimilación de una palabra extranjera al
idioma que hablamos, se hace -como suele ocurrir con la creación de nuevos
vocablos, o la asignación de significados o sentidos- con la única
"norma" válida: la arbitrariedad. Qué significa esto: que cualquier
palabra extranjera que nos resulte útil podemos hacerla nuestra, y la forma de
pronunciarla será la que elijamos o nos resulta más cómoda o más agradable.
Hay, por ejemplo, una palabra en la lengua castellana, importada del inglés
sabe desde Dios cuándo: desde hace muchas décadas. Me refiero a "club".
¿La pronunciamos" como lo hacen los británicos y los estadounidenses? No.
No decimos "clab"; porque no queremos o porque no nos gusta.
(¿Alguien puso reparo a eso? ¿Alguien tenía autoridad para hacerlo? No). En
gran parte de nuestro Continente decimos "video"; en México y en
España, dicen "vídio"; ¿debemos entender, por ello, que solo los de
España y México lo pronuncian bien? No. La pronunciación, en estos casos, es
potestad de los hablantes, y -en tal sentido- ambas formas son correctas. Don
Marco Aurelio había dicho en alguna oportunidad que era una
"barbaridad" decir "Levis", que es una marca de pantalones,
y que debíamos decir "livais", es decir como pronuncian los gringos.
Absurdo. No estamos obligados a pronunciar las palabras tal como se hace en sus
lenguas de origen; eso lo debemos hacer cuando estemos hablando no en
castellano. ¿La forma como pronunciamos estas palabras se debe a que "no
se corrigió a tiempo"? No, señor. No había nada que corregir. Video, así,
una palabra grave o llana con el acento prosódico en la "e", está
bien pronunciada en nuestro castellano. Y no es un disparate.
3) ¿Un "disparate del tamaño de una
catedral"? No, no y no. "Surrealismo" es una palabra cuya
creacion, en francés, se debe a Guillaume Apollinaire, quien la acuñó en 1917;
y fue usada por Andre Bretón, para darle el nombre al movimiento que echó a
andar el 15 de octubre de 1924, a partir de la publicación de lo que fue el
Primer Manifiesto del Surrealismo (Manifeste du surréalisme). Se entiende que,
teóricamente, significa "sobre" o "encima" del realismo, o
de la realidad. Por qué: porque la característica del trabajo artístico y
poético de esta tendencia es tender hacia el automatismo, dejando digamos de
lado "la razón" (en palabras simples y medio burdas: pintar o
escribir "salga lo que salga"). Es decir, si esta palabra, en
francés, traducida al castellano es, simplemente, lo que sigue: superrealismo,
sobrerrealismo o suprarrealismo y -como bien dice don Marco Aurelio- así
aparece en el Diccionario oficial: Surrealismo, que es el nombre dado al
movimiento tiene, en palabras originalmente castellanas, esos tres sinónimos. Deberíamos,
por ello, eliminar de nuestro léxico la palabra "Surrealismo” que, según
el señor Denegri, ¿es un “disparate”? No.
En primer lugar, y lo digo enfáticamente, porque no es un disparate. Segundo,
porque la palabra "Surrealismo" no es una "traducción" del
francés al castellano; se trata, simplemente, de una palabra en francés que ha
llegado a nuestro idioma y aquí se ha establecido: es un galicismo, nada más.
Cómo "garaje", de "garage', o "chófer", de
"chauffeur": no son traducciones. Los anglicismos, los galicismos,
son -digamos- palabras importadas que pueden seguir siendo escritas como en sus
leguas de origen, o ser de algún modo alteradas en su estructura. No son
traducciones. Dadaísmo, o fauvismo, por ejemplo, tampoco son traducciones.
4) La palabra "tabú" tiene su origen más
remoto en la voz polinesia "tapu" (lo prohibido), cuya pronunciación
-efectivamente- no es como palabra aguda (con acento en la última sílaba), sino,
así como está escrita; grave o llana. De su lengua originaria, habría pasado al
francés, al inglés y al danés; y luego llegado al castellano, desde la segunda
de las nombradas. Esa habría sido la razón por la que la pronunciación que
nosotros los hispanoparlantes le famos es completamente distinta a la original
y, más bien, se acerca -por su acento agudo- a la inglesa: taboo. En tal
sentido, creo que el Diccionario oficial se equivoca al decir que la palabra
proviene del polinesio "tabú", porque -efectivamente- es cierto lo
que dice don Marco Aurelio, y ya lo vimos, en esa lengua no se pronuncia
'tabú" (palabra aguda), sino "tapu". (Esto es lo dicho por el
señor Denegri: " La Academia sigue diciendo que la palabra tabú proviene
del polinesio tabú, así, con tilde, cuando en polinesio la palabra nunca ha
sido aguda; el carácter agudo de la palabra es invención inglesa). Pero, el
error de la Academia está únicamente en eso: en la referencia etimológica, nada
más. Y la pronunciación que los hablantes le damos, así, como palabra aguda (que,
sin duda, tiene que ver con lo que sería la "mediación importadora"
del inglés) no es, bajo ningún concepto, una "acentuación impropia"
ni mucho menos un "disparate" que "la academia terminó por
admitir". No. La explicación sería similar a la que he dado respecto de
"video": pronunciamos en castellano, y no en polinesio, no tenemos
que pronunciar en polinesio.
5) Nosotros los hispanohablantes no hemos impuesto
"la acentuación indebida de un apellido que no es Fígaro, sino
Figaró". ¿Es un apellido? Hasta donde sé (y es realmente poco lo que sé),
Fígaro es el nombre de un personaje ficticio, que aparece en dos obras
teatrales de Pierre Augustin Caron de Beaumarchais: "El barbero de Sevilla"
y "El matrimonio de Fígaro". La palabra fue también inventada por el
escritor. El hecho de que en la lengua en que fueron escritas las obras, está
palabra sea pronunciada como aguda -repito- lo que dije antes- no nos obliga a
hacer lo mismo, a nosotros los hispanohablantes. No existe ley (jurídica,
religiosa, moral, ni menos lingüística), ni autoridad académica que nos obligue
a tal cosa. La única norma válida, en asuntos del léxico, es la arbitrariedad,
la legítima arbitrariedad del uso, "árbitro, juez y dueño en cuestiones de
lenguas" (Quinto Horacio Flaco, dixit). Todo está en orden, pues. No hay
nada que merezca el oprobioso e injusto calificativo de "disparate".
6) Cierto: La palabra francesa "manche",
en castellano significa "manga". El mar que existe entre Francia y
Gran Bretaña, que es un canal, -cuya anchura oscila entre 240 km., la parte más
distante entre orilla y orilla, y 33.3 km., que es la más estrecha- ante la
imaginativa mirada de algún anónimo personaje del país galo tenía la apariencia
de una manga (de saco o de camisa): y es por eso que se les ocurrió, a los
franceses, llamar a ese canal "La Manche" (o sea "Canal de la
Manga"). ¿Qué pasó con los hispanohablantes? Se les ocurrió nombrar a esa
zona geográfica, siguiendo de algún modo la "ley del menor esfuerzo":
imitando, con una muy leve variación, los aspectos gráfico y fonético de aquel
nombre en francés. Así, resultó "Canal de la Mancha". No hubo
preocupación ni interés por poner atención en asuntos de semántica: prevaleció
el sonido, y punto. Y, obvio, no es que se hubiese pensado, por ejemplo, en
asignarle -con mala fe- ese nombre en alusión a suciedad, a mácula, a
tachadura, afrenta o cosa por el estilo. Esto qué quiere decir: que la palabra
"Mancha", como nombre dado en nuestro idioma al canal ubicado entre
Francia y Gran Bretaña no tiene un significado distinto al que corresponde a
esa parte del Océano Atlántico. Mancha es y seguirá siendo, en minúscula,
"señal que una cosa hace en un cuerpo generalmente ensuciandolo, o
echándolo a perder"; pero, escrita con la primera letra en mayúscula, será
lo que ya sabemos: el nombre del canal de que estamos hablando, como lo es
aquel lugar que aparece en la famosísima novela de Miguel de Cervantes
Saavedra. No es tampoco -otra vez tengo que decirlo- una traducción de
"Canal de la Manche"; es solamente el nombre que en castellano se nos
ocurrió darle a ese canal. Los franceses lo llaman "La Manche", los
ingleses le dicen "English Chanel", los catalanes prefirieron
traducirlo y llamarlo "Canal de la Manega", y nosotros -les guste o
no a algunos "puristas"- optamos por el nombre ya planetariamente
difundido: "Canal de la Mancha". No es "La Manga", para
nosotros; es "La Mancha" y así lo seguiremos diciendo, aunque don
Marco Aurelio Denegri haya creído -equivocadamente, otra vez- que eso era un
disparate.